por ENRIC SORIANO el 28 marzo, 2016.
perarnaumagazine.com
“Me alegra que preguntes por Iniesta, porque creo
que es el mejor futbolista del mundo. Desde los 12 años estaba aquí en La Masia
y hasta el año pasado no ha hecho nada de estructura condicional. Su propia
biología y práctica específica le ha dado posibilidades de llegar adonde ha
llegado sin hacer nada de fuerza, ni de velocidad, ni de resistencia, ni de
flexibilidad… Y vosotros diréis: ¿eso es mentira? ¡Es verdad! ¿Qué significa?
Que siendo muy débil y muy poco resistente, poco rápido y poco de todo, en el
sentido de poco que tenéis vosotros, ha ‘hipertrofiado’, para nosotros
optimizado, sus estructuras cognitiva, coordinativa, lo emotivo, etc.
Él disfruta mucho más dando un buen pase o manteniendo el
juego con el pase que haciendo un gol. Estos valores que ha estado utilizando a
lo largo de toda su vida cuando ahora le exigimos un paso más para que así
pueda aplicar y hacer frente a cualquier oponente y situación, necesita
simplemente entender cómo es su adversario, lo que es capaz de proponer en su
juego junto con los demás compañeros de su equipo.
Porque en los deportes de adversario, el gran problema de
la competencia está en el que está enfrente; su evaluación nos la da la
referencia de qué hacer para superarlo y creando situaciones desconocidas para
él, poder mostrar alta competencia en el desarrollo del juego como hace Iniesta
con esa ‘aparente’ facilidad en la superación de adversarios y construir el
juego que en cada momento requiere el partido. En las edades que antes habéis
mencionado, el competente puede parecer bueno en todo si su talento se ha
decantado en E. Condicional y si solo centramos preferentemente en ella nuestra
práctica, pues el que es fuerte-resistente-rápido, aparentemente hace cualquier
tarea del juego bien, pero no os dejéis engañar por un rendimiento temprano
fundamentado en lo condicional.
Tenemos muchos ejemplos de futbolistas que han llegado
siendo fuertes, grandes y altos, y que en edades juveniles y en edades primeras
de la práctica motriz eran talentos, eran muy competentes, porque metían goles
o dominaban el centro del campo, o corrían muchas distancias durante mucho
tiempo, o eran muy rápidos, o remataban muy bien de cabeza, o saltaban rápido,
y cuando llegan a los 20 años se igualan con los demás en lo condicional y en
lo bioenergético. Desaparecen porque no han hecho más que esto y no han
optimizado, en sintonía con lo condicional, el resto de sus estructuras, como
hizo Andrés”.
Paco Seirul·lo
LA ESTRUCTURA CONDICIONAL DENTRO DEL JUEGO DEL FÚTBOL Y
EL ENTRENAMIENTO
Parece que estamos volviendo a esos tiempos en los que el
juego no importa, porque siempre que físicamente seas un portento, los
resultados estarán más cerca. Volvemos a buscar atletas en vez de futbolistas
como si las variables de rendimiento del fútbol fueran de la mano de las del
atletismo. Olvidan que en nuestro deporte hay un balón que lo condiciona todo,
además de existir la necesidad de establecer relaciones de colaboración
significativas y sacar adelante las relaciones de oposición.
¿Acaso los estímulos presentes en el fútbol coinciden con
los de las modalidades individuales? ¿Un futbolista inicia sus carreras cuando
alguien pita? ¿Esas carreras son totalmente lineales sin ningún tipo de
incertidumbre? ¿No tiene que estar percibiendo otros estímulos durante la
manifestación de dicho desplazamiento? ¿El juego no va más allá que llegar
antes, resistir más o aplicar más fuerza que el rival? He visto muchos partidos
de fútbol y jamás le dieron los tres puntos al equipo que mejor consumo de
oxígeno medio tuvo ni al que más kilómetros corrió, sino al que logró
introducir el balón en la portería una vez más que su adversario.
Hay que entender que la velocidad, resistencia y fuerza
adquieren una dimensión diferente en los deportes colectivos. El valor de estas
capacidades físicas que te acerca al rendimiento no es el máximo, sino el
óptimo. Y ese valor óptimo no es abstracto, sino específico del contexto de
aplicación.
La velocidad en fútbol tiene que ver más con el ajuste
espacio-temporal que con ser capaz de recorrer una distancia en el menor tiempo
posible. Esto último no es velocidad, sino rapidez. Mientras la rapidez tiene
que ver con las piernas, la velocidad tiene que ver con el cuerpo entendido
como un todo. Sin olvidar que habrá contextos en que la manifestación óptima de
la velocidad coincidirá con la máxima. Y lo mismo sucederá con la fuerza y la
resistencia. Es por ello que no hay que desprestigiar esa concepción
tradicional de lo físico, porque a veces estará presente, pero entendiendo que
en fútbol lo condicional va mucho más allá.
La fuerza en fútbol también está relacionada con la
aplicación de energía. Buscando valores óptimos dependientes del entorno en vez
de máximos (que a veces serán los óptimos) entendemos que la energía que hay
que aplicar ha de ser la justa y la importancia reside en la dirección de esta.
Nada más fuerte que lanzar un penalti suave donde el portero no se tiró y nada
más débil que mandarlo al segundo anfiteatro. La fuerza en fútbol es precisión
y depende de la interpretación que se haga del juego.
“Drogba es un jugador muy difícil, por completo, muy
fuerte, busca mucho el contacto para conseguir una referencia con el defensa.
Por su físico, yo era el pequeño, así que tenía que escapar del contacto o
estaba perdido. Había que estar muy atento para encontrar la posición y no
dejar que chocara conmigo”.
Carles Puyol
Es curioso cómo en fútbol muchas veces hacerse fuerte pasa
por evitar el contacto; otras veces vemos que la pausa es más veloz (o al menos
otorga más velocidad) que el más vertiginoso de los sprints o que el jugador
con mayor resistencia no es el que más ha corrido, sino el que en los minutos
finales es capaz de decidir y ejecutar con la misma eficacia que lo hacía
cuando estaba fresco.
Es curioso que Messi, midiendo 1.70 m y corriendo 8 km por
partido, pueda llegar a ser un portento físico desde el momento en que siempre
está capacitado para manifestar el esfuerzo condicional que el contexto
requiera; no cae apenas lesionado y sigue fresco pese a jugar más de 60
partidos cada temporada.
Dentro de lo que es la estructura condicional, en fútbol,
los esfuerzos habituales que se dan en el juego no guardan relación con los de
otras modalidades. No hay carreras lineales, los estímulos no son explícitos,
sino implícitos, y dependen de lo que el jugador perciba e interprete. Los
esfuerzos específicos del fútbol son los cambios de dirección (RCoDA), saltos y
aterrizajes, arrancadas y frenadas, carreras cortas de alta intensidad, tiros,
velocidad gestual, cargas (contacto), capacidad para repetir sprints (RSA),
etc. Por lo tanto, hemos de preparar al jugador para dichas manifestaciones.
Y luego, ser conscientes de que aunque todos los jugadores
vayan a realizar estas acciones durante un partido, no lo van a hacer con la
misma frecuencia dependiendo de factores como su posición, su estilo de juego,
el modelo de juego del equipo, el rival, etc. Parece evidente que la mejor
manera de optimizar la estructura condicional pasa por entrenar en
especificidad (en los diferentes niveles de especificidad existentes).
En fútbol, tan importante para llegar antes que el rival es
ser más rápido como ganarle la posición y con el cuerpo evitar que nos
adelante; tan importante es ganar los duelos a partir de la corpulencia como
hacerlo evitando el contacto si me siento perdedor en ese contexto; tan
importante es ser capaz de realizar determinados esfuerzos condicionales en la
recta final del partido como decidir y ejecutar adecuadamente en el descuento,
etc. La fuerza, velocidad y resistencia son específicas del juego, por lo que
sus manifestaciones son contextuales.
Es importante reconocer que la estructura condicional del
jugador no es un compartimento estanco, sino que guarda relación con el resto
de estructuras que conforman al jugador (cognitiva, coordinativa,
emotivo-volitiva, socio-afectiva, creativo-expresiva, mental, bioenergética, etc.)
y que cada estructura solo se manifiesta de forma óptima si lo hace de forma
sinérgica en relación con el resto y con respecto al contexto externo formado
por compañeros, rivales, espacio/tiempo, balón etc. Esto nos hace entender que
cuando hablamos de optimización del rendimiento del jugador y del equipo hemos
de valorar la globalidad, la variabilidad y por supuesto la especificidad.
La interacción entre todas las estructuras conformadoras del
jugador también nos tiene que hacer ver que jugadores sin una gran condición
física no responden adecuadamente a las exigencias tácticas. Las intenciones
tácticas han de ser ejecutadas a partir de unos esfuerzos condicionales y unas
manifestaciones coordinativas que son las posibilitadoras de que la acción se lleve
a cabo, por lo que las intenciones tácticas se quedan en nada ante jugadores
incapaces de desarrollar dichos esfuerzos.
Sin embargo, no todo va a ser juego. Hay que ser consciente
de que para conseguir mejorar se necesita repetición, y que mediante el juego
es imposible que consigamos que determinadas manifestaciones se repitan (por
muchas propensiones que haya). Necesitamos salir del juego para mejorar
aspectos que en el juego se dan, pero que con el juego no se mejoran. Esto es
así porque el juego te exige todo. ¿Y si el partido está en un contraataque en
el minuto 90 donde un jugador corre sin balón durante 80 metros mientras el
equipo rival repliega y su compañero poseedor está en el lado contrario? A
ningún entrenador le gustaría que entonces no respondieran las piernas.
Hay que
ser conscientes de que esas carreras se dan con una densidad tan baja que con
el entrenamiento en especificidad sería imposible conseguir adaptaciones
significativas. De todos modos, valorando el poco tiempo de entrenamiento disponible,
habría que plantearse hasta qué punto mejorar esa carrera es prioritaria y no
otros aspectos del juego. Ahí reside la importancia de seleccionar los
contenidos.
“Lo que nosotros no podemos pretender es que un jugador
mejore los elementos del juego corriendo por el bosque. Ni que yendo a la
montaña para hacer esquí alpino mejore su juego. No está mejorando nada del
fútbol, ni siquiera de la resistencia para jugar. Nada. Es cierto que la
influencia real es sobre elementos específicos que actúan en el juego, pero no
se realizan a través de él. Tenemos que entender el juego en su globalidad y a
partir de ahí buscar la interactividad dinámica entre los elementos que
constituyen los sistemas del ser humano que va a participar en esa situación
global. Si vamos todos los días a correr por el bosque seremos especialistas en
el bosque. Si vamos todos los días a hacer pesas seremos pesistas. En esta
forma de estructurar el entrenamiento tenemos la posibilidad de elegir
ejercitaciones que proporcionan esa interactividad dinámica que no poseen los
ejercicios atléticos del deporte individual, que están basados en otro tipo de
experiencias. Si deseamos potenciar las posibilidades de nuestros futbolistas,
hay que pensar en entrenarlos a través de ejercitaciones extraídas del juego”.
Paco Seirul·lo
La optimización de la estructura condicional de forma
sinérgica al resto de estructuras que conforman al jugador se hace desde el
entrenamiento en especificidad, pero el juego no llega a todo. Del mismo modo
que se puede manifestar cualquier tipo de esfuerzo, puede no manifestarse en la
densidad necesaria para que haya mejora y por tanto habrá veces (las menos) que
acudir a lo inespecífico será lo más adecuado. Es importante conocer también
los beneficios de la otra parte del río.
LA ESTRUCTURA CONDICIONAL DENTRO DEL MODELO DE JUEGO
“Moto2 cansa de forma distinta, porque con la Moto3 me
cansaba por ser tan alto y no entrar en la cúpula. Tenía que esconderme en las
rectas. Ahora en las rectas puedo descansar un poco y en las curvas es cuando
más me agoto”.
Àlex Márquez
Dentro de que la velocidad, fuerza y resistencia dentro del
juego habitan en una nueva esfera, hemos de cuestionar algunas cosas más que
tienen que ver con el tan manido físico. ¿Son iguales la velocidad, la fuerza y
la resistencia en el Atlético de Madrid que en el F. C. Barcelona? ¿Somos
conscientes de que dentro de los esfuerzos específicos del fútbol, cada modelo de
juego tiene unas solicitaciones diferentes? Y todo ello sin querer hilar más
fino, porque también es cierto que dichas acciones dependerán del rival, del
contexto, etc.
Valorar cómo es la estructura condicional dentro del modelo
de juego no solo se ha de hacer a una escala macro, sino también a escalas
menores, llegando a tener en cuenta la especificidad de cada individuo. Dentro
del modelo de juego, no hay dos micros iguales, ni por tanto dos físicos
iguales. A nadie le sorprende que un central realice acciones muy diferentes a
las de un extremo, por lo que no valorar esa individualización en el
entrenamiento sería dejar para el azar algo que podríamos controlar.
Curiosamente, la individualización condicional dentro del
entrenamiento no atenderá tanto a parámetros numéricos como la cuantificación
de la carga o la FC Máx, sino a los esfuerzos que cada jugador deberá
manifestar para desarrollar el juego, nuestro juego, su juego.
Nada más individualizado que entrenar al jugador dentro del entorno que se
encontrará en competición, valorando las relaciones espaciales e
interpersonales que vivirá. Sus esfuerzos condicionales nacerán a partir de ese
contexto, por lo que preparar físicamente al jugador pasa más por entrenar en
especificidad (su especificidad, dentro de nuestra especificidad,
sin ignorar la especificidad del propio juego) más que por
ponerle zapatillas y llevarlo a correr a un campo de golf.
LA IMPORTANCIA DEL TRABAJO PREVENTIVO
“¿Quién puede ser capaz de no utilizar técnicas YoYo, las
poleas cónicas, los tirantes musculadores o las máquinas de vibraciones para
mantener alejados a sus deportistas del entorno lesivo?”
Paco Seirul·lo
“Alguien bien entrenado es difícil que se lesione
frecuentemente, y quien no se lesiona tiene más posibilidad de seguir mejorando
su rendimiento”.
Julio Tous
“En la preparación física yo hablo de la fuerza de las
convicciones. Cuando a los barbudos cubanos los hicieron pedazos y quedaron
doce dando vueltas por la selva, Castro pronunció la famosa frase: ‘Ahora sí
estoy seguro de que cumpliré con la revolución…’. Castro no les dijo: ‘Bueno,
muchachos, ahora vamos a un gimnasio, vamos a usar esta máquina isocinética,
vamos a hacer pesas porque tenemos que derrocar a Batista”. ¡No tenían ni
fusiles! ¡Si fuera un problema de músculo, Schwarzenegger sería el mejor
jugador del mundo y Schwarzenegger no puede jugar a la pelota ni con la mano!
Se habla de desarrollar la velocidad y cuando contrataron a Ben Johnson para
jugar al fútbol en Canadá lo echaron a los dos meses porque llegaba siempre
último”.
Fernando Signorini
“Se lesionaban menos porque entrenaban menos. ¿Por qué
antiguamente no había tantos lesionados? La pubalgia es una enfermedad nueva
que ha llenado de dinero a los traumatólogos. Es la locura del entrenamiento.
¿Por qué hay que entrenar? Hay que entrenar desde la racionalidad. Cada vez
corren más en la montaña y en el mar con el agua hasta las rodillas. Un día va
a aparecer un tiburón y se va a comer a alguno”.
Fernando Signorini
La importancia de la preparación física en el fútbol
reside en conseguir que el futbolista sea capaz de manifestar y soportar los
esfuerzos que solicita el juego. Para conseguir que el futbolista manifieste
determinadas acciones buscaremos un entrenamiento optimizador de la estructura
condicional que será preferentemente específico. Sin embargo, para que el
futbolista sea capaz de soportar esas manifestaciones necesitaremos entrenar a
nivel preventivo, ya que ese soportar no es más que manifestar de
modo que el jugador no se lesione.
Las mejoras producidas por el entrenamiento no son
instantáneas, sino que se construyen en el largo plazo. Resulta imposible
mejorar de forma significativa sin una continuidad que las lesiones se encargan
de limitar. Hemos de ser conscientes de que para mejorar en el juego hay más
cosas que el propio juego. A menudo hay que echar mano de lo externo para poder
mejorar en lo realmente significativo. Muchas veces lo inespecífico da de comer
a lo específico, permitiéndole crecer. Haciendo algo que no pertenece al juego
seguro que no mejoramos de forma específica, sin embargo nos puede posibilitar
esa continuidad imprescindible para la optimización del juego.
Las lesiones de los futbolistas se dan en el propio juego,
por lo que es evidente que los mecanismos lesionables ya existen en el
contexto. Entrenar en especificidad conlleva la manifestación de los esfuerzos
condicionales que el jugador va a manifestar y por lo tanto con los que puede
caer lesionado si se produce algún desajuste. Desde el momento en que esos
esfuerzos los desarrolla el jugador, está fortaleciendo determinadas estructuras
que le permitirán soportar mejor esas acciones. El entrenamiento específico
también es preventivo.
Sin embargo, volvemos al tema anterior: sin repetición no
hay mejora. Por eso acudir a lo externo a menudo es lo más adecuado. Además, el
juego no es cuantificable como sí lo son los números de apoyos monopodales en
un bosu para el trabajo propioceptivo. Lo que quiero decir con esto es que se
han podido desarrollar muchos estudios con aspectos externos al juego de los
cuales se conocen los resultados; algo que con lo específico es más difícil y
sería dejar al azar algo tan importante como las lesiones.
¿QUÉ ES ESTAR BIEN FÍSICAMENTE EN FÚTBOL?
“Al mejor jugador de la historia hubo cinco o seis
periodistas que lo masacraron porque hubo un día que corrió 8 km y algo. Y
dijeron: ‘¡Ha corrido [solo] un poco más que Pinto!’. Yo empecé a mirar todo lo
que corría Messi en todos los partidos. A nosotros nos fusiló Messi, como a
otros 95 posibles equipos, porque es el mejor de la historia. Y los demás están
en otra dimensión. Y creedme que yo lo conozco bien. En el partido que nos
fusiló a nosotros corrió 8 km (…) ¿Es importante correr o no es importante? No
puede ser que los cinco periodistas que lo mataron hace tres meses digan: ‘no,
es que…’. No, si correr es importante, es para todos y siempre. ¿Sabéis por qué
Messi es capaz de jugar 55-60 partidos cuando no está lesionado, que también
tiene derecho a lesionarse una vez cada cinco años? ¿Sabéis por qué?
Precisamente porque juega como su cuerpo le invita a jugar. Si nosotros
decimos: ‘¿Messi cuánto tiene de consumo de oxígeno? 12,3. Muy bien. Vamos a
ponérsela en 14’. No, no. Messi de aquí a ese foco, él con balón, con
banderolas, llega más rápido que otros jugadores sin balón y sin banderolas. ¿Y
tú le quieres cambiar eso? ¿Tú le quieres cambiar eso para que tenga dos puntos
más de consumo de oxígeno? Entonces sí me voy al otro lado del río y digo: ‘Con
Messi eso no sirve para nada’. En este lado del río. ¿Cómo le invita su cuerpo
a jugar? Caminando, porque caminando mira, se para y dice: ‘Ahora va a pasar
esto’. Los demás no lo hemos visto todavía, faltan 30 segundos para que pase.
Un tío al que marcan con ayudas todos los equipos, al que a veces marcan cuando
llega a una zona uno, dos o tres si podemos, y que lleva 400 y pico goles
oficiales en todas las competiciones en diez años, ¿le queremos modificar el
consumo de oxígeno porque un iluminado dijo que corre 8 km? Estamos locos eh,
estamos locos”.
Lorenzo Buenaventura
Estar bien físicamente en fútbol está necesariamente
relacionado con jugar bien y hacerlo de una forma continuada. Es imposible
jugar bien de forma prolongada en el tiempo si se está fatigado o se está
lesionado con frecuencia. Y del mismo modo que muchas veces hemos de echar mano
del propio juego para evitar fatiga y lesiones, hay veces que si nos ayudamos
de lo externo también podemos evitar dos de los peores virus deportivos.
Además, hemos de ser conscientes de que la fatiga y las
lesiones son dos caras de la misma moneda. ¿Acaso será casualidad que en los
minutos finales el número de lesiones aumente? ¿No será que las respuestas
neuromusculares del organismo del deportista no son las mismas que cuando está
fresco y son esas alteraciones las que provocan un incremento lesional?
Dentro de lo que es estar bien físicamente en fútbol
ignoramos un factor primordial: la eficiencia. Ser capaz de hacer más con
menos. Ser capaz de gastar la menor cantidad de energía posible para
desarrollar lo que el juego demanda. ¿Acaso tardará lo mismo en recuperarse un
jugador que ha corrido 12 km que uno que ha corrido 8 km? ¿Serán ambos igual de
capaces de hacer lo adecuado en la recta final de un partido? ¿O encararán el
siguiente encuentro igual de frescos? Lo ideal sería estar preparado para
correr 12 km, pero ser eficaz corriendo 8 km.
Un mayor despliegue físico conlleva una mayor acumulación de
fatiga, y la fatiga es uno de los fantasmas del fútbol que a todos nos aterra.
La eficiencia resulta fundamental, siempre y cuando no vaya acompañada de un
descenso de la eficacia. Y ser eficaz y eficiente no solo pasa por la
estructura condicional, sino por la manifestación sinérgica de todas las
estructuras conformadoras del jugador.
Estar bien físicamente está relacionado con combatir la
fatiga y evitar las lesiones (soportar ambas) y ser capaz de manifestar los
esfuerzos condicionales (que irán acompañados de unas intenciones tácticas que
serán las que den significado a dichos esfuerzos) durante todo lo que dura un
partido, con la máxima eficiencia y sin pérdida de eficacia. Luego, cada
jugador estará bien físicamente a su manera, porque el contexto de uno no
coincide con el de otro, igual que cada cuerpo responde de una forma concreta.
Estar bien físicamente depende de la persona y del juego. Y no hay dos personas
ni dos juegos iguales.
* Enric Soriano es entrenador en el
Levante UD.
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