sábado, 19 de septiembre de 2015

LA OTRA CARA DE RAFA BENÍTEZ.


Rafa Benítez: "EN FÚTBOL, TODO ES MENTIRA... TAMBIÉN DISCRECIÓN".
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"En la famosa final entre Liverpool y Milan, ni Ancelotti ni yo fallamos en ninguna decisión, todo lo que pudimos y debimos hacer, lo hicimos" ·"En el Madrid, la primera regla de la casa que te enseñan desde pequeño es que sólo vale ganar"· Mi padre, que era 'colchonero', empezó a trabajar con once años de portero en un hotel y llegó a ser director comercial de una gran cadena de hoteles".


De la tortilla a la paella, del Liverpool al Real Madrid... Gran admirador de Arrigo Sacchi, en esta entrevista de La Repubblica, recogida en su página web rafabenitez.com, podemos descubrir otros aspectos del entrenador.

"Visto de cerca, Rafa Benítez es exactamente igual que de lejos, en la televisión: sobre todo, un tipo tranquilo. Si para entender las reacciones de Ancelotti hay que fijarse en su ceja izquierda, lo que delata a Benítez son sus mejillas, que tienden a ruborizarse. Tranquilo y sereno, no hablaremos del último partido ni del próximo, le dije cuando nos sentamos en una mesa, en la sede del Nápoles. Sólo le haré algunas preguntas para conocerlo mejor" relata el periodista Gianni Mura antes de pasar a la entrevista.
"De jugador, mi ídolo era Beckenbauer, pero también Di Stefano, Pelé y, algo después, Maradona".

¿Qué es el fútbol?
El fútbol es una mentira.

Esta mentira ya la descubrío Trapattoni, cuando entrenaba a la 'Juve'. Decía que a los entrenadores les pagaban para contar cuentos a los periodistas. Esta frase lapidaria, que suena como 'La Vida es Sueño', no me la esperaba de un 'sacchiano'. ¿Puede profundizar en el tema?
Es cierto que no conviene decirlo en público. Yo sé cuando uno de mis jugadores ha jugado mal, pero no lo admitiré nunca en la televisión o en los periódicos. Considero mi derecho y mi deber el hecho de que, en privado, pueda hablar con el jugador que lo haya hecho mal y decirle en qué ha fallado y cómo hacer para que no se repitan los errores. De lo contrario, ¿qué haría un entrenador?

¿Se reconoce en la etiqueta de 'sacchiano'?
Es un colega que respeto muchísimo, su Milan ya es historia del fútbol. Recuerdo cuando iba a ver los entrenamientos a 'Millanello', primero con Arrigo y después con Capello. También iba a ver a la Fiorentina de Ranieri. Leía con mucha atención las fotocopias que me preparaba Franco Ferrari en Coverciano.

En la época de Sacchi, toda Italia jugaba con un 4-4-2, con muy pocas excepciones: Galeone, Zeman, Zaccheroni. Hoy, en la Serie A, sólo el Chievo juega habitualmente con un 4-4-2. ¿Es un sistema de juego en extinción?
Desde que yo estoy en Nápoles, nos hemos enfrentado a equipos diferentes en lo que hace referencia a su estructura. Sobre este tema he escrito precisamente algo esta misma semana para el 'Telegraph'. Hay una gran variedad de sistemas de juego, si quieres puedes cambiar de un 4-5-1 a un 4-3-3. Más que el sistema de juego cuenta la mentalidad.
"Para mí, el fútbol es 80% balón y 20% gimnasio, ni más ni menos".

Usted ha cambiado a una defensa de cuatro con el Nápoles.
Es el sistema que prefiero, el que me gusta más. Esto no quita para que en el Liverpool, por ejemplo, haya utilizado una defensa de tres en alguna circunstancia, pero no suele ser mi primera opción.

Me pica la curiosidad: Cuando los entrenadores os reunís para hablar de fútbol, ¿es también todo mentira?
Sí. Por ejemplo, si me encuentro con Ancelotti, sé que no me dirá todo sobre el Real Madrid. Ni yo le diré todo del Nápoles. De todos los demás equipos podemos permitirnos ser sinceros él y yo entre nosotros.

Ancelotti estaba en Estambul, cuando su Liverpool remontó un tres a cero llegando al tres a tres para, finalmente, ganar en los penaltis. ¿Lo recuerda a menudo?
Sí, y aunque no lo hiciera, siempre hay alguien que me pregunta: ¿pero cómo lo hiciste?

Yo se lo pregunto
Creo que a dos minutos del descanso estábamos dos goles por debajo y yo ya estaba pensando qué podría decir en el descanso. Y de repente, llegó el tercer gol en contra. En cierto sentido, ese gol simplificó las cosas. Yo les dije: "chicos, hasta ahora sólo han jugado ellos, intentemos jugar nosotros y, si marcamos un gol, todo puede cambiar". Marcamos tres en seis minutos y sólo arriesgamos con Shevchenko en los penaltis, Dudek estuvo muy bien. Sabía de antemano cómo disparaban cuatro de los cinco jugadores del Milán. Los habíamos analizado. De ese gran partido quiero decir una última cosa que me parece importante: ni Ancelotti ni yo fallamos en ninguna decisión, todo lo que pudimos y debimos hacer, lo hicimos.
"En Inglaterra tienen el hábito de respetar los plazos, los programas".

Según mi opinión, usted ha nacido con la vocación de educador, aparte de la de entrenador (se ruboriza ligeramente).
En la escuela de San Buenaventura, era compañero de banquillo de Ricardo Gallego. Nuestro equipo, con doce años de media, ganó el torneo que se disputaba entre todos los colegios de una ciudad como Madrid.

¿En qué barrio nació?
En Aluche. Si conoce Madrid, en la linea de metro está entre Carabanchel y la Casa de Campo. Se trata de un barrio de trabajadores. Mi padre, Francisco, era 'colchonero', que es como se conoce en España a los aficionados del Atlético de Madrid. Empezó a trabajar con once años de portero en un hotel. Al final, llegó a ser director comercial de una gran cadena de hoteles. Rosario, mi madre, fue la que me animó a escoger la carrera del fútbol. Estaba muy contenta cuando, a los trece años, entré en la familia del Real Madrid, equipo con el que ella simpatizaba. A esa edad yo ya evaluaba a mi propio equipo.

¿Los demás chicos lo sabían?
No, por supuesto. El fútbol es mentira, pero también discreción. Eran apuntes personales que a mí me servían para pensar en términos del colectivo. Yo era una especie de entrenador en el campo. Recuerdo a mi padre silbándome desde la banda y gritándome: "¡Deja de hablar y corre adelante a marcar goles!"

No era su especialidad...
Marqué 20 goles en competición oficial. Jugaba de centrocampista defensivo e incluso de líbero. Mi ídolo era Beckenbauer, pero también lo eran Di Stefano, Pelé y, algo después, Maradona.

Entraste en la familia del Real Madrid con 13 años. Te fuiste a causa de una lesión. Luego volviste como técnico de los equipos juveniles, ganando seis trofeos. Has trabajado con Del Bosque. ¿Cuánto le costó pasar del campo al banquillo con 26 años?
No mucho, aunque tal vez porque me sentía un poco entrenador incluso cuando jugaba. El nuestro es un trabajo privilegiado, no podemos olvidarlo. ¿Qué condicionó mi carrera? El número '10' de la selección de Canadá, en México. No recuerdo su nombre. Era la Universiada del 79. Una entrada por detrás y mi rodilla derecha saltó hacia delante. Quince días sin tratamiento y después me escayolaron la pierna y tuve que hacer fisioterapia. Pero la rodilla nunca llegó a curarse del todo, por lo menos no lo suficiente como para jugar al fútbol de alto nivel. Así que bajé precisamente el nivel. Primero cuatro años en el Parla y después al Linares, donde entrené para ser zurdo siendo diestro natural. Era la alternativa para poder disparar con fuerza, tenía que usar el otro pie, el que tenía la rodilla sana. Mientras tanto, me licencié en INEF, el equivalente a vuestro ISEF. En Linares ya daba clases a los niños de primaria.

¿Porqué se fue del Real Madrid?
Porque quería seguir mi propio camino. En el Madrid, la primera regla de la casa que te enseñan desde pequeño es que sólo vale ganar. Quedar segundos es lo mismo que quedar últimos.

¿Y usted lo cree?
¿A quién le gusta perder?. Nunca he conocido a nadie que esté contento cuando pierde, ni siquiera los niños pequeños. Durante años, desde que estaba en el Real Valladolid y luego en Osasuna, tuve la etiqueta de técnico demasiado joven y sin experiencia. Y me la pusieron curiosamente los mismos que me hicieron firmar el contrato. Cuando la gente me pregunta las diferencias entre el fútbol inglés con el resto del fútbol mundial, digo que en Inglaterra tienen el hábito de respetar los plazos, los programas. Se establece un objetivo en tres años y tienes esos tres años para conseguirlo. En otros lugares no suele ser así.

¿En Milán, por ejemplo?
Bueno, diremos que tuve poco tiempo. Pero en ese corto periodo de tiempo gané un par de títulos.

Ha ganado con el Valencia, con el Liverpool, con el Chelsea... Ha sido el primer español entrenando en la Premier League. ¿Guarda con cariño algún recuerdo futbolístico en particular?
En nuestra profesión siempre miramos hacia adelante. Pero hay un curioso episodio de mi época en Liverpool. Estabamos entrenando lanzamientos a balón parado, pero un fuerte viento afectaba a la trayectoria de la pelota. Dije que paráramos debido al fuerte viento y todos se echaron a reír. Había pronunciado viento en inglés (wind) igual que vino en el mismo idioma (wine).

¿Qué es lo que ve en un futuro próximo?
Un campeonato complicado, pero tengo plena y absoluta confianza en mis jugadores.

Creo que, al principio de la pretemporada, todos estaban un poco desconcertados con los pocos entrenamientos y la ligereza de los mismos respecto a etapas anteriores.
Mira, el entrenador perfecto no existe, como no existe el jugador perfecto. Todos podemos mejorar en calidad técnica, física o táctica, eso no se discute. Para mí, el fútbol es 80% balón y 20% gimnasio, ni más ni menos. ¿Sabes qué jugadores son los que prefiere un técnico? Los que son buenos moviéndose entre dos lineas. Como hacía Gianfranco Zola. Como Mata. Tener en la plantilla a dos jugadores como Hamsik y Pandev, con ese perfil precisamente, me tranquiliza y mucho.

¿Se está aclimatando a Nápoles?
La verdad es que no es difícil. Es una gran ciudad, muy apasionada. Uno de los problemas que tengo es que si voy a un restaurante se bloquea el tráfico. Así que paso la mayor parte del tiempo en el hotel, en Castel Volturno. Es mi casa y mi restaurante, todo en uno, ¿no?. El otro día probé el 'babà'.

Un plato nacido en Lorena de la mano de un rey polaco destronado, Stanislas Leszczinski, que llegó a Nápoles a través de París. Si acepta un consejo, pruebe sobretodo la 'pastiera', que es 100% napolitana. Si fuera a Madrid, ¿qué es lo que comería en primer lugar?
Una tortilla de patatas con cebolla y pimiento. Aquí, con mis compañeros de trabajo, Paco, Antonio y Xavi, solemos comer una paella de vez en cuando. Una paella que prepara el propio Xavi. Con poco pescado, no hay que volverse locos.

Después de tres años en Valencia, una paella es casi obligación.
No es un gesto nostálgico, es casi un hábito. Para ser feliz, como cuando era un niño, me basta con un huevo frito con patatas.
Veronelli estaría de acuerdo. Sacchi no lo creo

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