jueves, 30 de abril de 2015

APLICAR EL ENTRENAMIENTO PSICOLÓGICO INTEGRADO SIN SER PSICÓLOGO.


de LÓPEZ DEL CAMPO, R. · en OPINIÓN. ·
El entrenamiento psicológico integrado, a diferencia de otros métodos, presenta peculiaridades distintivas que tienen que ver con el diseño de procesos que satisfagan las necesidades del deportista.


Para satisfacer dichas necesidades debemos centrarnos en técnicas dirigidas a la mejora del rendimiento deportivo. El entrenador debe desarrollar y maximizar el potencial del jugador para que este adquiera una mayor versatilidad y eficacia en la toma de decisiones (Levleva & Terry, 2008).

La principal duda que puede surgir en relación a la práctica del entrenamiento psicológico integrado se centra en dilucidar si un entrenador tiene que ser necesariamente Licenciado en Psicología. De ser necesario dicha titulación, y en el caso que nos atañe, todos los entrenadores de fútbol que quisieran aplicar este método tendrían que ser psicólogos. A continuación intentaremos justificar que no es necesario ser psicólogo para poner en práctica este método de entrenamiento.

Es importante aclarar la diferencia existente entre los términos entrenamiento psicológico y terapia psicológica. Es indudable que ambos procesos tienen puntos comunes, pero son las diferencias las que capacitan a alguien que no sea psicólogo para dirigir un entrenamiento psicológico (Grant, 2006; Zeus & Skiffington, 2004; Wright, 2005).

La diferencia fundamental radica en la consideración del futbolista. En la terapia se trata de un enfermo que sufre una patología diagnosticada, mientras que en el entrenamiento psicológico no media enfermedad alguna de índole psicológico. El entrenador no persigue el objetivo de curar al jugador sino el de mejorar sus competencias (Grant, 2006; Wright, 2005).

El tratamiento terapéutico ha demostrado su efectividad a la hora de tratar patologías emocionales y conductuales, pero el entrenamiento psicológico integrado se dirige a una población con ausencia de psicopatologías. Lo que no quiere decir que para un individuo con disfunción psicológica este método no pueda resultar beneficioso. Es precisamente en estos casos en los que es necesario que el entrenador tenga una formación acreditada en Psicología (Grant, 2006).

También pueden darse situaciones en las que el entrenador detecte una anomalía emocional o conductual. En estos casos, se debería desviar la atención hacia un psicólogo que certifique la existencia de una posible psicopatología. En ninguno de los casos, el entrenador deberá utilizar técnicas basadas en la psicoterapia (Murphy, 2004).

Actualmente no existen barreras académicas o profesionales específicas para realizar el entrenamiento psicológico integrado, aunque si es aconsejable que los entrenadores tengan una titulación universitaria en campos tan heterogéneos como ciencias de la salud, ciencias sociales o ciencias de la educación. De todos estos ámbitos, el psicológico es el que se encuentra en una posición privilegiada por los motivos que se enuncian a continuación: poseen una amplia formación académica sobre la conducta de las personas y utilizan solo técnicas basadas en evidencias empíricas (Liljenstrand, 2003). 

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