domingo, 22 de marzo de 2015

RESPIRE JOSÉ, TODO PASA.



EL DEPORTE ES UNA FUENTE INAGOTABLE DE LECCIONES DE VIDA.
por IGNACIO BENEDETTI 

El deporte es una fuente inagotable de lecciones de vida. A través de él nos educamos en la derrota y la victoria, en el éxito y el fracaso. Aprendemos que cuando perdemos no hay más opciones que levantarnos para volver a competir, y que cuando ganamos, es obligatorio encontrar el cable a tierra que nos mantenga hambrientos y centrados. 

Al fin y al cabo no hay nada más efímero que un resultado y nada más peligroso que emparentar grandeza a la hipocresía del triunfo, porque los ganadores, los que pasan a la historia, son aquellos cuya influencia ha trascendido a su puesto en una clasificación, para así dejar enseñanzas e historias que jamás serán olvidadas porque se convirtieron en leyendas.


A Mourinho le caduca el librillo, dicen los expertos en lo inexistente, como si en el deporte hubiese espacio para los invictos o la clonación de escenarios y respuestas, olvidando que la razón de ser de cada partido, cada temporada, cada campeonato y cada ciclo es enfrentarnos a la incertidumbre del qué vendrá, reconociendo que lo que ya pasó no volverá jamás.

 ¿Acaso en el librillo del portugués hay respuestas para el error de John Terry o alguna fórmula para inducir a Thiago Silva a cometer una tonta mano? ¡Esto es fútbol, no matemáticas!

Y siendo el fútbol un deporte colectivo, nos hemos malacostumbrado a señalar a los entrenadores como ganadores o perdedores de duelos, en los que su influencia existe, pero no en el grado que algunos suponen. Lo sabe Mourinho, Bielsa, Guardiola y cualquier entrenador de barrio, y por ello César Luis Menotti expresaba una verdad tan grande como una catedral: “La táctica es programática. Por lo tanto, todo lo que sea programático en el mundo de la acción, donde aparece lo inesperado, no tiene mucho sentido. Vos elaborás una táctica para tu día, pero te aparece algo imprevisto y a la mierda la táctica”.

El fútbol es de los futbolistas, y el entrenador, por más que ayude a potenciar las cualidades de los suyos y sea cómplice y promotor de un plan, no es protagonista, sino actor de reparto. No me malinterprete, el papel del técnico es fundamental, pero los domingos (o los miércoles) son los jugadores los que toman decisiones, por ello Mourinho, más allá del histrionismo de su personaje, sabe que en los futbolistas reside el origen de cada victoria.

“Un hombre, como usted sabe, nunca es igual a sí mismo: se mezcla con los tiempos, con los espacios, con los humores del día, y esos azares lo dibujan de nuevo. Un hombre es lo que es, y también es lo que está por ser”. Tomás Eloy Martínez.

Por cada Mourinho hay un Guardiola, decía Marcelo Bielsa hace unos días para explicar que más allá de las simpatías, lo importante son las maneras que tiene cada uno de concebir este juego y la claridad de sus ideas. A ello habría que agregar que gracias a tipos como el portugués hay un fuego que se mantiene encendido, y no es otro que la curiosidad y las ganas de hacer las cosas distintas. Eso mismo entendió James Murphy, creador de la agrupación LCD Soundsystem, cuando expresó que ojalá alguien considerase su obra como ridícula o inservible, ya que eso estimularía en sus críticos el hambre necesario para explorar nuevas maneras de hacer las cosas.

Mientras tanto, sentado frente a la orilla del mar, basta con recordar que todo pasa, que nada permanece y que no hay absolutamente una sola situación que no cambie en un par de segundos. Haga caso al fallecido escritor argentino, señor Mourinho, y recuerde que lo que está por venir también definirá su paso por este mundo.
* Ignacio Benedetti.


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