REAL MADRID GANÓ LA DÉCIMA CHAMPIONS LEAGUE
Se terminaron los pronósticos, las suposiciones, las
cábalas, los análisis previos, las declaraciones dirigidas, las entrevistas
calculadas, se especuló hasta la conveniencia; ya se jugó la final y con ella
se fueron días y horas jugándose este decisivo partido pero afuera de la
cancha, en donde la expectativa creció como nunca, porque en la definición de este gran certamen
importaba mucho de orgullo, de estilos, de imponer sentimientos, de envidias,
de historia de clásicos, de supremacías culturales y sociales, de distintos
antecedentes, entre las dos hinchadas más fuertes de Madrid: la del Real y la
del Atlético.
Ya quedaron atrás las ceremonias de reconocimientos, los
festejos, los agasajos… pero siguen en las redes sociales la alegría, la
euforia, el humor que aflora a través de lo sucedido, en la calle, en el
trabajo, en todo lado se ve a unos mostrando su camiseta con beso incluido y a
otros aguantando y sufriendo por dentro la humillación, el dolor, la amargura,
de lo que no pudo lograrse.
Y fue un partido intenso. De antemano sabíamos, que los 2
equipos que se enfrentaban, en esta final no iba a tener nada que ver con el
estilo español – el tiki taka, que brinda su selección Española-. Fue una
demostración totalmente diferente. Nunca se apreció la intención de querer
ganar generando un sentimiento de buen fútbol, de posesión, de gestión
colectiva a través de buenas combinaciones, en búsqueda del instante de gol.
Real y Atlético se fundieron en una verdadera batalla
futbolística y ganó al final quién mejor aguantó, se dosificó, quién mejor
manejó ese condicionamiento no sólo físico sino cognitivo que abrumaba a todos
en la previa, que de pronto suena exagerado un 4 a 1, así es el fútbol y la
vida - a veces implacable- pero a todos nos ha tocado vivirlo. Esa demostración
de lado y lado de coraje, de entrega, esfuerzo, intensidad, de pelear cada
pelota como si fuera la última en la vida. Nada que criticar, exigirles a los
22 jugadores, porque fue una demostración de compromiso inigualable.
Arrancó un partido en media cancha, mucha marca, fouls,
pelotazos largos sin conexiones lógicas de segunda pelota, reacciones calientes
entre jugadores, discusiones, reclamos al árbitro de lado y lado, amarillas,
poca claridad en el juego creativo ofensivo. Al Real le cuesta cuando lo
esperan, no le dan espacios arriba, y le contraatacan. Justo lo que mejor hace
Atlético pero este no lo hizo. Era clave. Jugó metiéndose muy atrás, sin fuerza y rapidez para ocasionar daño en
defensa al Real. Y mientras más avanzaba el partido era peor, jugando más
atrás, impotente, desorganizado, hasta quedar a merced de su rival.
Atlético hizo un gol, pelotazo frontal aéreo, falla la
defensa y Casillas se equivoca, pero ese gol no demostraba que era merecedor el
ir ganando. En el segundo tiempo Real va con todo, insiste por bandas, Ancelotti
mete dos cambios decisivos, Marcelo y a Isco y va por todo. Real está mejor, se
ve al instante que le vienen bien estas variantes. Ya se notaba en la cara de
Ancelotti, en los jugadores y en la hinchada en la tribuna que gritaba fuerte
en coro si se puede… que el gol, el triunfo estaban cerca. En la cara de
Simeone era lo contrario, preocupación, los jugadores agotadísimos, calambres,
estiramientos, demoras, querían ir a tiros desde los doce pasos para definir.
No daban más. Ahora se notaba mucho que el cambio de Costa, sería oportuno en
estos momentos, pero se perdió inútilmente a los ocho minutos.
Real consigue el empate en la última jugada de los 5 minutos
de reposición que dió el árbitro en un gran cabezazo de Ramos. Simeone discute
al final, pero hubo mucho fouls, demoras premeditadas, discusiones, cambios. Me
parece acertada la decisión del juez central.
En el tiempo suplementario es cuando Real va con todo y
encuentra el camino de los goles en una gran jugada individual de Di María,
falla previa de Thiago que se le escapa la pelota ante un rechazo débil y mal
dirigido de Casillas, y Bale de cabeza la manda al fondo de la red, luego Marcelo
conduce nadie le sale, miran, agotados, cojeando de una pierna Godín, extenuado
fuera de posición Miranda y tranquilo remata ingresando al área el brasilero y
ya era un 3 a 1 y luego vendría una jugada de Cristiano, foul – patada de atrás
– el mismo jugador anota el cuarto y fin a esta final, que pasará a la historia
por ser la décima que consigue el Real Madrid y porque el Atlético falla de
nuevo en su intento de volverla a ganar.
Real Madrid ganó merecidamente, no hay ninguna duda. No se
le puede quitar méritos para nada. Tiene una mejor y numerosa nómina que su
adversario y eso fue vital para llegar más entero al final del juego. Ancelotti
tenía en la mano y su mente variantes que hacerr en el momento indicado.
Atlético tenía una plantilla más reducida, hombre por hombre no es mejor que la
del Real, pero nivelaban todo con base a entrega, sentido de equipo, esfuerzo
mucho esfuerzo, una mentalidad fuerte de su entrenador tenazmente transmitida a
su grupo de jugadores y pagó caro el desgaste, tener menos variantes o cambios
para hacer, y cayó estruendosamente, no por inferioridad sino por derrumbamiento
total, uno por uno, a medida que el partido se extendía y llegaba a sus
momentos culminantes. Ese cansancio físico y mental lo minó en todo sentido y
dejó a un lado propósitos tácticos que hacen y que no hicieron justo en este
partido.
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