viernes, 22 de noviembre de 2013

JUAN MANUEL LILLO.


JUAN MANUEL LILLO

Prólogo.

 
Hay que buscar siempre motivos para afianzarse más en la incertidumbre que en las certezas. Esforzarse para aprender a convivir con la inevitable elevada tasa de incertidumbre que nos envuelve a cada momento, no sentarse a descansar en el rellano de alguna certeza y comprender que no hay certezas sino la ficción de que puede haberlas.

Fomentar la duda, verificando que la duda es la afirmación más firme, que dudar es una manera como otra cualquiera de habitar la realidad, pero a diferencia de todas las demás es la más honesta. Cada circunstancia es loa a la inseguridad, un empujón al vacío, hacer astillas los pretiles del conocimiento que el miedo a lo desconocido nos ha hecho construir, elevar al rango de majestad a la incertidumbre y acto seguido nos señala al ser humano como su súbdito, un vasallo que a veces construye fabulaciones (teorías, relatos, estudios, mitos, investigaciones) para amortiguar lo incomodo de su poder déspota.

Conocer es ignorar, cuanto más sabemos mayor es el tamaño de nuestro desconocimiento, pero para alcanzar este punto de llegada hay que haber echado andar desde muchos y sólidos puntos de partida. Para poder concluir el socrático “Solo sé que nada sé”, hay que saber mucho.

El método esta incardinado en el propio jugador, habita en sus entrañas, lo lleva adentro como el poeta lleva el dolor para dibujar versos o el color se visibiliza en la cabeza del pintor para alumbrar cuadros. El método es el futbolista, así que hay que saber de jugadores para saber algo de fútbol, pero siempre admitiendo que no sabemos nada, que ya es mucho saber.

Todo esto tiene que ver con el estilo del Barcelona que se erige en vehículo interpretativo y como organización de interacciones coherentes con una forma de expresarse a través del “ordenador natural del juego”, algo tan poco tecnológico, tan poco digital y tan poco contemporáneo como un balón de cuero. Oscar Cano elige como paradigma de las interacciones que reclama el juego al Barcelona. El Barcelona como excusa para expresar no solo una forma de jugar, sino unos procesos para la formación no deformadora.

Si en medicina te recomiendan como medida preventiva que hay que escuchar al cuerpo para anticipar sus solicitudes, también hay que intentar escuchar al equipo en vez de que sea él, el que te escuche a ti. Los entrenadores sufrimos la propensión de darle un criterio al jugador, en vez de actuar a la inversa, que sea el jugador el que nos done un criterio a nosotros. Es reivindicar al entrenador que se deja esculpir por sus jugadores y no al jugador que se hace a imagen de los reclamos sincopados de su entrenador.

Nada es más importante que nada a la hora de evaluar, observar y analizar el juego, pero el jugador es lo más importante que todo. Sin embargo, la hiperespecialización  ha generado un reduccionismo empobrecedor que tiene a fragmentarlo todo, a facetarlo, a olvidarse del ser contextual y contextualizador.  Troceamos la realidad cuando sin embargo la realidad borbotea en interacciones, en conexiones en red, conecta todo con todo. El especialista es inevitablemente un peligro, porque su respuesta es parcial, microscópica, limitada, justo lo contrario de lo que a cada instante demuestra ser la realidad.

Muchas veces nuestro afán de medir, analizar, mensurar, controlar no son sino manifestaciones de nuestro ego enfermo, una subterfugio para dotarnos de una seguridad impostada, una actividad para legitimar una oficio, una fabulación validada socialmente para no asumir nuestras limitaciones, para no sentirnos pequeños, inermes, ignorantes, angostos.

Se puede ser honesto buscando, pero siempre sabiendo que las cosas que ocurren en el fútbol y sobre todo las que aún no han ocurrido desbordan nuestra capacidad de apresarlas y pronosticarlas con esa certeza científica con las que muchos se vanaglorian.  De hecho es un intento de orientarnos hacia esa inteligencia que se manifiesta cuando se comprende la totalidad de las cosas y las cosas cuando están en su totalidad.

Esa inteligencia que te hace asentir que no sabemos nada salvo que todo es incierto y que por tanto es una procacidad no solo admitir que sabemos algo, sino que además podemos predecirlo con rigor.

Dudar es la mejor manera de estar tranquilos entre tanta incertidumbre. Continúa sorprendiéndome muy gratamente la capacidad de Oscar Cano de seguir conduciéndose como un amateur a pesar de la ganarse la vida como un buen profesional del fútbol. Que siga así. Con entusiasmo de diletante y criterio de investigador que duda de todo.

El juego de posición del FCBarcelona. Concepto y entrenamiento.

Colección preparación futbolística.

Oscar P. Cano Moreno.

jueves, 21 de noviembre de 2013


Esta noche no te acuestes
Sin paz en tu corazón
Si no hay bondad en tu alma
Y en tu  mente una ilusión.
 
Perdona a quien te ofende
Pon en tu mesa (hoy) pan y amor
Con gozo sueña y aprende
La vida es una pasión.
 
Mañana llega la bonanza
Confía y lucha con valor
Pinta en tu vida la esperanza
Con actos de fe, belleza y amor.
 
Mañana cuando despiertes
Contempla el amanecer:
¡Dios te ha dado la vida!
Y otro día para renacer,
Para perdonar y para servir,
Para luchar y enaltecer,
Para amar y para ser feliz…