viernes, 29 de junio de 2012

PEP GUARDIOLA SU FILOSOFÍA I

PEP GUARDIOLA SU FILOSOFÍA.   I

Llegó a mis manos un libro que  recomiendo a todos aquellos que hemos seguido de cerca con profundidad, admiración y respeto, los años en que Pep Guardiola  dirigió al Barcelona de España. Ha revolucionado al mundo del fútbol con una filosofía sencilla pero efectiva. Ha destilado una fórmula de éxito diario en la que juegan ingredientes como la pasión, la autoexigencia, la rapidez mental, el orden y la empatía con el entorno inmediato.  

EL EFECTO GUARDIOLA desvela los secretos del entrenador del F.C. Barcelona para enfrentarnos a la liga cotidiana que cada lector debe jugar…para ganar.
Algunos apartes que me gustaron los comparto con todos ustedes.

El arte de la prudencia:
“El hombre cauto jamás deplora el mal presente; emplea el presente en prevenir aflicciones futuras”. Guardiola es prudente.
El entrenador barcelonista demuestra día a día que lo mejor es ganar las pequeñas batallas que nos presenta la vida con la prudencia como bandera. Cuando la suerte viene de cara y los resultados obtenidos son positivos, no hay que lanzar cohetes. Con un discurso medido, hay que apelar al compromiso, al trabajo y al esfuerzo para no quedar como unos completos prepotentes en caso de que las cosas no salgan tal como estaban previstas; por ejemplo perder un partido ante un rival considerado pequeño.
Y es que el que se cree demasiado bueno únicamente conseguirá fracasar: su ego será tan grande que bajará la guardia y no logrará triunfar.

Saber expresarse asertivamente:
No siempre hay que estar de acuerdo con todo el mundo: cada uno tiene su visión de las cosas y no hay que tener miedo a llevarle la contraria a alguien si consideramos que tenemos razón. Eso sí, siempre desde el respeto y sin ofender a nadie.

Sir Alex Ferguson:
Al llegar al nuevo vestuario, gritó a modo de saludo. “Esto no puede seguir así”. Se encontró con un equipo plagado de jugadores alicaídos que bebían demasiado, pero logró imponer su disciplina: prohibió el alcohol, impuso ciertas normas de conducta.  Impuso una multa a Wayne Rooney de treinta mil euros (su salario semanal) y el jugador tuvo que someterse a un entrenamiento especial porque no rindió como siempre tras una fiesta nocturna.
Hay que organizar estos egos, estas personalidades y motivar a quienes lo tienen todo. Esta parte del trabajo es esencial.

Marcelo Bielsa:
Según narra David Trueba, presente en la conversación, debatieron acaloradamente, compartieron opiniones e incluso Bielsa se atrevió a preguntarle a Guardiola: “¿Por qué usted, que conoce toda la basura que rodea el mundo del fútbol, el alto grado de deshonestidad  de cierta gente…aún quiere volver ahí, y meterse además a entrenar? ¿Tanto le gusta la sangre?”. A lo que Guardiola le contestó: “Necesito esa sangre”.
“No concibo otra manera de encarar el partido que no sea ser protagonistas, ir a buscar y hacer nuestro el partido”, apuntó Guardiola y el loco Bielsa argumentó: “Mi equipo siempre ha de ser protagonista, nunca pienso en la espera”. Un discurso parecido y un estilo de juego similar que convergen en dos hombres muy diferentes.

Proactividad:
El sistema de juego de Barcelona se basa en la proactividad: su equipo actúa en lugar de reaccionar, algo que muchas personas no aplican en su vida cotidiana.
Las personas proactivas son capaces de marcar su propio destino, asumiendo las consecuencias de sus actos a través de la iniciativa personal: decidir que queremos hacer y cómo lo vamos a hacer. Y lo hacen cueste lo que cueste.
Proactividad: libertad de elegir nuestra actitud frente a las circunstancias de nuestra propia vida.
La confianza en uno mismo es un pilar fundamental para que una persona pueda ejercer de anfitriona de su propia existencia. Alguien proactivo debe conocer sus fortalezas y sus debilidades, gestionar sus emociones, manifestar y creer en sus opiniones, actuar con decisión, afrontar con actitud positiva los cambios.

Huir de los elogios:
Pep Guardiola se muestra moderado, huye de todos aquellos que lo tildan de perfecto y reconoce en público que tiene sus defectos.
“Creerte todo lo bueno que los demás dicen de ti sólo hará que te conformes con lo que has conseguido, que bajes el listón y que parezcas pedante frente al resto de los mortales”.
Guardiola es humilde como el que más, intenta esquivar como puede los adjetivos exagerados y reconoce carencias. Sabe mejor que nadie que la perfección no existe. Por eso le pone tanta pasión y dedicación a lo que hace: hoy puedes ser el mejor entrenador del mundo y mañana haber llevado a la ruina a un equipo.
Los elogios hacen que sobrevaloremos lo conseguido, llevándonos a un estado de relajación, a la arrogancia o a ambas cosas.
“El halago debilita a aquel que lo recibe. Este deja de ver sus defectos y se idealiza a sí mismo, por lo que esas cosas excelentes que había alcanzado acaban por marchitarse y volverse en su contra”.
Nadie es más que nadie, todos somos capaces de lograr aquello que nos proponemos sin necesidad de quedar por encima del resto. Así que hay que mejorar día a día y mantener una buena relación con la gente que te rodea, no dependas de los elogios.

Excelencia:
“La excelencia moral es resultado del hábito”, dijo el filósofo Aristóteles.
Un deportista de élite no puede competir y aspirar a ganar títulos si no cumple con una serie de hábitos alimenticios, de sueño, de entrenamiento o sea disciplina, que propicien un buen estado físico y mental para disputar una competición. Hay que hacer un esfuerzo muy grande para destacar, pagar un precio.
Llegar al nivel de excelencia sólo lo logran los que tengan más compromiso. Los menos vagos. Los más capaces actúan siempre al máximo. Como dice Ignacio de Loyola: “Alcanza la excelencia y compártela”. Renueva en todo momento la actitud de querer más.

La perspectiva Ogilvy:
“Rodeáte de gente mejor que tú y tendrás una empresa de gigantes. Rodeáte de gente peor que tú y tendrás una empresa de enanos”.
Guardiola investiga, estudia, analiza a sus rivales. Conoce a los suyos, dispone de sorprendentes y desequilibrantes alineaciones y cambios, ofrece triunfos, gran brillantez creativa. Su equipo de trabajo es tremendamente competitivo. Convencido en lo que hacen como equipo.
“Tengo la teoría de que los mejores anuncios vienen de las experiencias personales”. Porque las experiencias personales ayudan a crecer como personas y a mejorar en nuestras diferentes disciplinas.
Saber perder:
No se puede ganar siempre. La vida da sorpresas agradables, alegrías, triunfos personales y colectivos. Pero también nos encontramos con situaciones en las que no todo sale como nosotros queremos. Ahí es donde reside la fuerza mental de cada uno.
Una característica de los campeones, dentro y fuera del campo, es saber perder y asumir con dignidad las derrotas.
“Si ganas después… será gracias a una derrota”.  Si se asume correctamente, si se mejora a partir de esa derrota, y corriges. Si se asumen los propios fracasos con dignidad se pueden introducir cambios significativos positivos en nuestro proceder, mejorando nuestro juego para que se den los resultados que queremos.

Evitar la soberbia:
Actuar sin soberbia nos ayuda a avanzar en nuestro camino sin levantar envidias y, sobre todo, nos obliga a permanecer atentos a lo que sucede a nuestro alrededor.
Si quieres que tu grupo te imite en algo, lo mejor es predicar con el ejemplo, eso lo hace Guardiola. Consciente de que cualquier rival puede ganar y de que cualquier jugador puede creerse más que el resto, adopta una actitud humilde y sensata basada en el trabajo bien hecho.
“Donde hay soberbia, allí habrá ignorancia; más donde hay humildad, habrá sabiduría”, apuntó el rey Salomón.
A Guardiola, la experiencia le ha demostrado en diferentes ocasiones que creyéndose superior al resto, no va a ninguna parte.  Ejemplo, Zlatan Ibrahimovic. Su ego personal y sus ganas de ser el mejor le convirtieron en un jugador individualista, incapaz de jugar en equipo y mucho menos de reconocer que él no era la estrella indiscutible del equipo. Consecuencia: un año más tarde, salió por la puerta de atrás en Barcelona, dejando una imagen de prepotencia y soberbia que no caza con los valores de los azulgranas.
“El secreto de la sabiduría, del poder y del conocimiento es ser humilde”, de Ernest Hemingway.

Una segunda familia:
Siempre pendiente de que el grupo se convierta en una segunda familia, de que los nuevos se adapten lo mejor posible y de comunicarse con sus jugadores.  Pep Guardiola, lo promueve porque sabe que la unión hace la fuerza.
En el ámbito laboral, si diriges a un equipo y quieres que sea una pequeña familia, debes incentivar las buenas relaciones para que el compañerismo surja de forma natural.
Guardiola se esfuerza para que los jugadores se sientan en casa, espera que encuentres en el equipo a una segunda familia, especialmente los recién llegados. Que los jugadores se entiendan y se lleven bien entre ellos para que el trabajo colectivo triunfe por encima de los individualismos.
Gran parte de los éxitos del Barcelona se debe a la buena relación y a la exigencia total que existe entre sus jugadores.
Si el grupo decide hacer una comida para pasar un buen rato y conocerse mejor fuera del lugar de trabajo, Guardiola prefiere mantenerse al margen: es posible que delante de nuestro jefe no estemos plenamente relajados ni nos mostremos tal como somos.
Podemos ser amigos de nuestros subordinados, pero tampoco hace falta que estemos todo el día juntos; en ocasiones la confianza merma el respeto que debemos tener a nuestro jefe.
Evitar las confianzas excesivas pues pueden ir en contra nuestra, es un seguro de vida para nuestra proyección laboral.

Cada cual es único:
Pep Guardiola es un gran gestor de grupos humanos.
No es necesario tener un máster en psicología, pero cuantos más conocimientos se tengan sobre el funcionamiento de la mente humana, mejor serán las relaciones entre el jefe y el empleado.
Guardiola se destaca por la buena relación y el conocimiento que tiene de la forma de ser de  sus jugadores.
En la campaña en la que participó para Banc Sabadell, el de Santpedor  -Guardiola-  explica una historia que reproducimos a continuación: “Hay un entrenador de voleibol argentino, Julio Velasco, que revolucionó ese deporte en Italia y lo ganó absolutamente todo. Tenía interés en conocerle y me contó que el -todos sois iguales-  es la mayor mentira en el deporte porque no todos deben ser tratados de igual manera.
A cada uno, para sacarle lo mejor, seguramente tienes que invitarle a comer fuera del centro de trabajo, a otro reunirle en el despacho, a otro hablarle más de táctica y al contrario, a otro lo que hace todo el día en su tiempo libre y encontrar qué decirle, qué hacerle, cómo engañarle y seducirle para llevarle a tu terreno, a tus ideas, y conseguir lo mejor de ellos porque dependemos de ellos. A unos les va bien que les corrijas delante del grupo pero a otros no porque se sienten  ofendidos, otros disminuídos.
Y es que sólo conociendo a los tuyos puedes ser capaz de sacar lo mejor de ellos.

sábado, 23 de junio de 2012

TRABAJO EN EQUIPO


TRABAJO EN EQUIPO.
Aprender a hacer equipo en el fútbol y la empresa.
Gipuzcoa.com

 La disciplina de gestión de trabajo ha estado siempre enfocada a mejorar las competencias y capacidades de las personas, de los individuos. ¿Pero qué pasa cuando estos individuos, dotados de excelentes competencias y capacidades tienen que trabajar en equipo en busca de un logro colectivo? Todo cambia.

Existen muchos casos de éxito, como pueden ser algunos equipos de fútbol, en los que cada jugador tiene que entregarse y luchar por el triunfo del grupo. Esto también es aplicable al ámbito de la empresa.

El M.Phil en Innovation Management, Ángel Arbonies califica como ‘fascinante’ la gran diferencia que hay entre el trabajo individual y el trabajo en equipo. Existe un desconocimiento en entender lo que hace un equipo en general, ya que la tradición nos hace pensar en el talento como un concepto individual, y no, al contrario, de algo colectivo.

Hay equipos de alto rendimiento que no tienen a los mejores. Y hay también equipos de alto rendimiento que consiguen espirales de crecimiento, tanto en el ámbito empresarial como en el deportivo, y la explicación, no es algo evidente. Existe un misterio que no se resuelve a través de teorías convencionales.

El orden convive con el desorden y lo cierto con el azar. Al igual que lo previsible con lo imprevisible, lo conciso con lo impreciso y lo automático con la creatividad. Los opuestos conviven pero la lógica de los deportes de equipo está más relacionada con el desorden, el azar, lo imprevisible, lo impreciso y la creatividad.

Por eso existe la necesidad de cambiar de paradigma, creando uno nuevo en el que, en lugar de tratar de responder de distinta manera, nos hagamos distintas preguntas.

A la hora de llevarlo a la práctica se trata de qué entendemos por ser humano. Entendiendo al ser humano como una estructura hiper-compleja, formada por las interacciones y retroacciones de determinadas estructuras.

Éstas son la estructura cognitiva, que se refiere al modo del tratamiento de la información; la estructura coordinativa, que se refiere a la capacidad de moverse; la estructura condicional, que tiene que ver con el soporte energético; la socio-afectiva, que son las maneras de relacionarse con el entorno, la emotivo-evolutiva, que tiene que ver con la competitividad y la identificación del yo. Asimismo, encontramos la creativo-expresiva, con la proyección de ese yo; y la mental, que serían el conjunto de conocimientos y saberes que le hacen y ayudan a una persona a hacer frente a la incertidumbre. El ser humano es una red multinivel, ya que estas siete estructuras están en continua interacción.

La teoría de sistemas impulsada por uno de los preparadores físicos del Fútbol Club Barcelona Paco Seirulo consiste en ver la vida desde un punto de vista sistémico. Así lo cree también Iñigo Domínguez, miembro del cuerpo técnico de la Real Sociedad C.F.

Ambos resaltan la importancia del cómo se han construido los individuos. Domínguez, que empezó a trabajar con este tipo de entrenamiento con el equipo femenino de la Real Sociedad F.C. en 2004, opina que tenemos mucho que aprender de los países de Oriente, y aclara que “en Occidente nos centramos más en las partes, mientras que en el Oriente se centran más en las relaciones”. Queda descartado “el todo como la suma de las partes”, y se plantea el hecho de que “las partes no suman, sino que interaccionan de forma que el todo es desconocido”.

“El fútbol es un juego de interacciones, por eso, intentamos tener en cuenta el contexto tanto al juego como al proceso de entrenamiento. Consideramos que lo contextual tiene un valor que normalmente no se tiene en cuenta”, añade.

La metáfora del éxito en el mundo occidental siempre ha tratado de destacar a personas individuales. Arbonies afirma que “el éxito en los equipos puede ser resultado de la labor del esfuerzo y el talento individual, pero que el equipo crezca o no dependerá en cómo se relacione éste con el resto”.

El preparador físico del F.C. Barcelona, Paco Seirulo, señala enfrentarse al rendimiento de un colectivo, de un equipo, cambia las reglas de juego, aparece algún ingrediente incontrolable, y a esta supuesta relación causa-efecto, mejor rendimiento individual igual a mejor rendimiento colectivo, salta por los aires.

El “entrenamiento estructurado”, fruto de Seirulo, no se centra únicamente en una estructura condicional como un entrenamiento clásico en la que el ser humano se entiende como una pirámide, sino que a través de su proceso de entrenamiento, ayuda a que el jugador mejore en el fútbol. Esta metodología explica, entre otras cosas, que la forma en la que la persona se relaciona fuera del vestuario influye en cómo juega.

Los equipos se construyen.
Los equipos en una empresa no existen, se construyen por interacciones, afirma Arbonies: “Cuando te sientas por primera vez en una reunión no existe ningún equipo. Una vez sumergido en la dinámica, cuando comienza el intercambio de información y conocimientos se va creando un tejido invisible entre el grupo de personas. De esta manera, surge un sentimiento de comunidad y esto tiene su paralelismo aplicado al fútbol”.

En lo que respecta a la figura del jefe o líder de ese grupo, Arbonies afirma que su papel es importante, pero no tanto, ya que debe dejar que los individuos actúen por sí mismos. Domínguez comparte esta opinión y dice que el liderazgo tiene que consistir en la capacidad de fomentar el auto-liderazgo de las personas que conforman el equipo: “Se trata de convencer desde el sentimiento, no sólo desde la razón”. Si el liderazgo clásico ha consistido en ‘haz esto’ y obedecer, ahora el líder tiene que cambiar su rol y en lugar de mandar, sugerir.

La persona ya no es un mero ejecutador, que sólo recibe órdenes, sino que aparece con todo su potencial y todos sus problemas. “Las personas no somos recursos humanos”, señala Domínguez.

En el campo de la empresa, Arbonies opina que en los equipos de trabajo de empresa ocurre algo parecido. Cuando un equipo repite rutinas estás desaprovechando su potencial. El truco consiste en enseñar al equipo a saber responder a las diferentes situaciones que puedan surgir. No repetir el automatismo, sino tomar la mejor decisión en cada momento. “Hay algunas pautas, pero siempre hay que contar con esa capacidad de tomar decisiones que no se pueden prever. Y eso es lo que hace fuerte al equipo”, asegura.

Muchos intentan encontrar a ese líder carismático al que todos siguen y en el que se apoyan. Pero resulta casi imposible. Por eso hay que dar responsabilidad al equipo porque el equipo es más importante que el líder.

Las jugadas individuales tanto en la empresa como en el fútbol no existen. Todo está condicionado por lo que hagan los demás y por la capacidad que hayan tenido esas personas de formar un equipo. Esto se puede observar en la máxima categoría de fútbol español al fijarse en los resultados y la forma de entender el fútbol cohesionado que practica el F. C. Barcelona.

Sin embargo, con el entrenamiento que propone el F. C. Barcelona, y particularmente Seirulo, se ha perseguido optimizar las capacidades personales y las relaciones entre los jugadores, porque, como se entiende de esta teoría: “Más de lo bueno no es mejor”.

domingo, 17 de junio de 2012

LEYENDO A ROBERTO PERFUMO

LEYENDO A ROBERTO PERFUMO
PARA JUGAR AL FÚTBOL HAY QUE SER:
VANIDOSO.
Sin vanidad es imposible llegar a ser futbolista. La vanidad hace que el jugador se mate por mostrarle al público, a los compañeros, al Director Técnico, a los adversarios, a la prensa, lo bien que juega, lo guapo, lo cojudo que es. Lo vivo, lo veloz, lo pícaro, lo grande que es.

El jugador se tiene que sentir el mejor del mundo y sus alrededores, por lo menos en su puesto. La vanidad es el motorcito fuera de borda que lo va a hacer trabajar, practicar, cuidar el físico, tratar de aprender algo nuevo todos los días. Ya el hecho de ponerse el colorido disfraz de jugador de fútbol implica una gran dosis de vanidad, pero esa dosis no alcanza cuando entra a la cancha a jugar y a “mostrar” lo bien que lo puede hacer.

“En la expresión está el éxito: muestre su porte de crack”.

“La vanidad como motor hace campeones”.

EGOÍSTA:
Uno juega para uno. Es como salir a comer con diez amigos; los once comen juntos pero uno come para uno. El egoísmo alimenta el deseo de llegar antes a todos lados. Incluso al vestuario, para las prácticas o los partidos, porque eso permite que el masajista lo atienda primero y no después de haber masajeado a quince compañeros, cuando el pobre tipo está muerto.

Hay que ser el primero en subir al micro o llegar al aeropuerto y elegir el mejor asiento para viajar. El egoísmo hace que el futbolista elija la mejor pelota para las prácticas de técnica individual, la mejor toalla, la mejor mina cuando asiste a una recepción.
El egoísmo es el que lo hace llegar primero a la ventanilla de pago, por las dudas…

Es la virtud que hizo grande a los goleadores en todo el mundo, porque adentro del área nunca le pasaron la pelota a ningún compañero. Ellos siempre piensan en el gol, sin tener en cuenta que a su lado y mejor colocado tal vez haya un compañero. La Argentina fue campeona del mundo en el 86 por el egoísmo de Burruchaga después de una corrida de cincuenta metros cuando piso el área y enfrentó a Schumacher: a su izquierda tenía a Valdano sólo frente al arco y sin arquero, pero prefirió patear y definir él. Por egoísta arriesgó y ganó.

El egoísmo es la virtud más importante en las dos áreas, porque así como hace que el goleador resuelva siempre solo, también hace que el defensor rechace cualquier pelota comprometida, sin pensar en ningún compañero ni siquiera en el arquero. El egoísmo hace que cuando el técnico le da la camiseta de titular no se la quiera dar o prestar más a nadie que pueda quitarle la titularidad.  Con once egoístas que no le dan a nadie la camisa porque se agarran a ella con unas y dientes se hicieron los grandes equipos.

“El egoísmo es negativo en la vida y positivo en el fútbol”.

VIOLENTO:
Ser violento es imprescindible. El jugador tiene que serlo cuando pretende ganar una pelota dividida, cuando va al choque con un rival. La violencia, sin salir de las reglas del juego, es la que arranca a los aficionados el grito de “huevo, huevo, huevo”.
Es la única virtud que el hincha acepta en lugar de la falta de técnica. Los entrenadores aman a los violentos. Y los jugadores también, siempre que jueguen para su equipo. Y le temen a los que juegan enfrente.

El fútbol es un deporte violento en su esencia. Por eso no se puede ser buen jugador si no se tiene esa dosis siempre necesaria para intervenir en la jugada dividida, para trabar con alma y vida, para llevarse por delante al rival cuando no se puede con fútbol.

En el fútbol, cada pelota se pelea a morir y para quedarse con ella hace falta violencia. Jorge Brown, patriarca de Alumni a comienzos de siglo, declaraba en 1921: “El fútbol no es un sport de salón ni nada parecido. Es un juego violento y fuerte en el que se ponen a prueba la resistencia física y la musculatura de los jugadores”.
Yo pienso lo mismo. El fútbol es un deporte violento, nadie lo puede evitar, ni las nuevas reglas, ni la prevención, ni la educación, ni los predicadores de la no violencia. Nadie la evitará. La repudio fuera del juego y la acepto y justifico dentro de él porque si no, sería jugar a otro deporte. Porque hay una estética de la violencia y, en buena medida, el fútbol debe su gran belleza a ella.

“La violencia dentro del campo de juego es una necesidad; afuera, una barbaridad”.

MENTIROSO:
El jugador debe mentir permanentemente cuando le preguntan la razón del éxito o una derrota. No tiene que decir nunca cuál es su mejor virtud ni su mayor defecto. El que lo dice pasa a ser previsible y, por lo tanto, vulnerable y controlable. Si un jugador es sincero y confiesa públicamente que su equipo tiene un arma mortífera en el contraataque, es muy probable que en el siguiente partido no pueda ponerla en práctica porque el rival ya está avisado. Es más, es posible que en ese partido el que juegue al contraataque sea el rival. A los medios de comunicación hay que utilizarlos para que los demás lean lo que le conviene al jugador que lo dice. Mintiendo sacará ventajas, porque el fútbol es el arte del engaño.

“Mienta, que en el fútbol no es pecado”.
MALO:
Hay que ser malo para ser bueno jugando al fútbol. Pelé le aconsejó a Maradona que sea malo para defenderse de la maldad de los contrarios. Pelé tenía la maldad incorporada a su bagaje técnico. Así como podía hacer, en un segundo, una genialidad con la pelota, podía esperar a un rival treinta minutos, un mes o un año para darle el “vuelto”. Pelé fracturó a un montón de defensores que entraron liviano a disputarle una pelota y que le habían pegado antes. Lo comprobé jugando contra él. Entre nosotros el respeto era recíproco, pero yo tenía que estar muy atento cuando entraba en fricción con él para disputar una pelota dividida.

El jugador tiene que ser malo para que el contrario no le robe el pan, la gloria y el honor. El pan, porque el jugador se puede quedar sin club, que es quedarse sin laburo, si por ser bueno el equipo pierde.
En una jugada se puede ir todo a la mierda. El esfuerzo de todo un año, de todo un plantel que se mató entrenando y bancando adversidades o todo el sacrificio que hizo en su vida para llegar a jugar ese partido, esa final de Copa que lo va a consagrar definitivamente y cuando llega ese momento, por blando lo pierde todo.

No se trata de lesionar al rival. Se trata de ser duro para chocar, para trabar. Hay que ser malo para hacer el cuarto gol cuando el equipo está ganando 3 a 0 y el rival está muerto. Hay que ser malo, porque si alguien pierde el cuarto gol por cancherear, lo más probable es que se agrande el rival y el equipo termine perdiendo ese partido 3 a 4.
Juan José Pizzutti tenía una frase bárbara para estos casos: “Cuando el rival está en el suelo, písenle la cabeza”. Lo decía poniendo como ejemplo al boxeador que estaba groggy y contra las cuerdas. Ahí no había que dejarlo escapar.

Reconozco que el paso del tiempo me hizo cada vez más malo. Aprendí a simular que intentaba ayudar a levantar del suelo a un rival y en realidad lo que estaba haciendo era tomarlo de una oreja y tirarlo para arriba.  O pegarle un pelotazo en los huevos con toda la intención cuando el atacante contrario se le adelantaba la pelota o saltar en el área con los codos levantados para no perder en el salto.  O dejarlo para que llegue un segundo antes a la pelota para cruzarlo y mandarlo con pelota, pasto y todo contra el alambrado.

Perfecto Rodríguez, que fue un wing de Chacarita Juniors en la década del 60, decía que tenía a un compañero tan fuerte para jugar que le pasaba la pelota con contrario y todo.

“Hay que ser malo para defender la gloria y el honor, porque en condiciones técnicas, físicas y tácticas iguales, gana el más malo. Y no hay cosa que humille, que desaliente, que caliente, que desvalorice más que perder porque el rival fue más malo que uno. Al jugador malo lo van a buscar todos los técnicos. Lo van a querer los compañeros y lo van respetar todos los contrarios”.

































































miércoles, 13 de junio de 2012

MOURINHO Y SU METODOLOGÍA

  MOURINHO Y SU METODOLOGÍA.
 Detrás del líder apasionado, y de ese personaje  emprendedor, ambicioso al extremo, inquieto, original en ideas y actuaciones que todos conocemos, encontramos a un entrenador con una metodología revolucionaria. Así ha logrado sendas victorias en todos sus equipos que ha dirigido.  La respuesta podría estar en las poderosas nóminas que ha tenido en los equipos que dirige y en  su metodología de entrenamiento aplicada, que es la subordinación de todo el entrenamiento al estilo de juego elegido por él.
 Tres de las cuatro dimensiones clásicas de la preparación: la física, la técnica y la psicológica que se trabajan de manera indirecta subordinándolas a la dimensión táctica.

 Cuando se habla  de táctica,  mediante esta metodología se pretende potenciar la correcta toma de decisiones y la comprensión del juego de sus jugadores. Para ello es de enorme importancia fijar de forma clara y concreta los principios que debe tener el modelo de juego.
Principios que serán muy personales y diferentes a cualquier otro entrenador en el mundo.

Ahí el entrenador tendrá en cuenta su filosofía, su gusto, la característica de sus jugadores, su sentimiento, sus convicciones, pues al momento de entrenar a sus jugadores estará presente siempre su personalidad, su carácter, su inteligencia utilizada al máximo, la capacidad de transmitir sus conocimientos de forma clara y coherente, la creatividad permanente en la elección de los ejercicios adecuados.

Hay que tener presente que no hay dos entrenadores que preparen de la misma manera a un equipo de fútbol, a pesar de que apliquen el mismo modelo de juego.

Con Mourinho son habituales los ejercicios que vivencian el juego que está preparando.
 Igual que Mourinho defiende el entrenamiento integrado, también es partidario de la concepción de un juego global. Abandona por completo la clásica concepción de las dos fases del fútbol, la ofensiva y la defensiva, por la unidad del fútbol partida en cuatro momentos: Momento defensivo, transición defensa-ataque, momento ofensivo y transición ataque-defensa.

Es decisivo, fundamental, trabajar en la búsqueda de objetivos tanto tanto grupales como individuales, que deben marcar el modelo de tu juego. Por ejemplo:
Algunos de los principios del Real Madrid:
Momento defensivo:
Defensa presionante en tres cuartos de campo.
Sergio Ramos como primer central que presiona  y Pepe como central que respalda y cierra a espaldas de su compañero. O viceversa.
 Apoyo de los extremos a los laterales cuando el balón este en banda, para evitar que el rival monte superioridades numéricas en estos sectores importantes del campo.
 Coberturas de Xabi Alonso y Khedira a Özil en la presión, por el centro.

Transición defensa-ataque:
Con la mayor velocidad posible hacía portería, pases , pase, mas chutar a gol.
Salidas con el mayor número de hombres posible, defensa salir rápido apoyando este ataque y no permitiendo que el equipo se alargue  y además no haya pérdida de equilibrio en zona defensiva.
Creación de espacios de Benzemá marcando líneas de pase y cayendo a alguna de las dos bandas.
 Aprovechamiento de ese espacio central por parte de jugadores que lleguen de segunda línea.
Momento ofensivo:
Finalizar a la mínima oportunidad de hacerlo, o sea contundencia. Potenciar este aspecto.
 Extremos bien abiertos con movimientos inteligentes y coordinados  en el juego de posición.
 Posición de Özil entre la línea defensiva y la línea del centro del campo rival.
 Aportación ofensiva de los laterales apareciendo desde tercera línea- alternados.
Transición ataque-defensa:
Cambió de mentalidad rápido, intentando presionar lo más cerca de la portería rival posible.
Si el equipo rival supera la línea de presión, retorno a posiciones defensivas con la mayor velocidad posible.
 Coberturas oportunas y rápidas si quedan los laterales desubicados.
Especial atención a las jugadas con el balón en banda, donde la presión es más efectiva  debido a la falta de salidas.

 El objetivo de la periodización táctica, metodología que aplica Mourinho, es buscar ejercicios para trabajar muchos de estos conceptos juntos y a su vez trabajar las otras dimensiones del fútbol.
La exigencia es máxima en la periodización táctica
La actitud de los jugadores es necesaria,  una gran concentración y una intensidad iguales a las de un partido.
 Sus sesiones diaria no sobrepasan los 90 minutos, cuentan quiénes ha trabajado a su lado. ¿El porqué? Una vez transcurrido este período de tiempo, la concentración y la intensidad disminuyen. En este caso, menos es más.

Como estos dos factores son los dos principales factores de cansancio en los futbolistas, el portugués trabaja también los descansos como si fueran parte del entrenamiento.

Se olvida de macrociclos y picos de forma.
El objetivo no es buscar el máximo punto físico de sus jugadores, sino buscar el máximo rendimiento de estos, intentando su máxima adaptación y actuación  en el modelo escogido por él. Y este nivel de rendimiento se intenta mantener durante toda la temporada.

Ejemplo de un ejercicio:
 Partido 5vs5 con 1 comodín (Özil por ejemplo).
Condicionantes:
Espacio reducido a 60×40 (Tamaño campo fútbol 7).
 Comodín ofensivo.
Cuando hay pérdida de balón o finalización, los dos últimos jugadores que lo han tocado deben ir a tocar al portero contrario.

Principios trabajados:
Defensa presionante en tres cuartos de campo + coberturas y apoyos en la presión.
 Transiciones rápidas + búsqueda de superioridad en estas transiciones + creación de espacios del delantero centro + aprovechamiento de ellos.
Finalizaciones rápidas + jugadores abiertos en banda (muy necesario en espacios reducidos).
Cambio de mentalidad rápido ataque – defensa al perder balón + cobertura a los jugadores que van a tocar al portero + toma de decisiones si presión o repliegue.
El entrenador debe tener muy en cuenta que dependiendo de lo que sucedió en el último juego y de lo que se quiere del próximo juego, permanentemente debe estar creando una serie de ejercicios que aplica todos los principios que ha elegido dentro de su modelo de juego.
Una de las tareas esenciales de Mou son las conversaciones individuales en el proceso de motivación. Sólo ocurre en partidos extremadamente importantes y decisivos no con regularidad, cuenta Ruí Faría. Y a veces, incluso delega esa misión en los adjuntos. Prefiere que seamos nosotros quiénes transmitamos cosas que, estratégicamente, él no quiere decir.
Mou no desperdicia gestos ni palabras. Cada intervención tiene un objetivo: motivar al jugador. Pero eso, dice Costinha, puede ocurrir a través de varios conceptos: exposición, humillación, elogio…depende de las circunstancias.
Mou responsabiliza a los jugadores en aquello que es su trabajo y al mismo tiempo los libera porque ayuda a encontrar soluciones. Es siempre sensible a los problemas de cada uno.
“Cuando él se da cuenta de que determinado jugador ya alcanzó el nivel propuesto, coloca inmediatamente las pretensiones a un nivel superior, es decir, esto que nosotros hicimos fue extraordinario pero ahora tenemos que llegar a un nivel superior y tenemos que dar aún mucho más. Es un estímulo constante y diario.

Dice Zico: Percibí que había dos Mourinhos: el implacable y duro que se presentaba ante los profesionales de la comunicación y el otro afable y dialogante en las relaciones personales. Es una figura que pasa confianza y fomenta la unión del equipo, sin gran esfuerzo. Tiene gran carisma, arma fundamental de un líder. Impone respeto, justicia, disciplina y muchos otros factores esenciales para las relaciones en un equipo de trabajo. Un líder carismático consigue explicar mejor y de forma fácil, a su personal, los beneficios existentes en el cumplimiento de las reglas.

Es un personaje generador de pasión y multiplicador de adeptos y contras.

Mourinho tiene aquello que un entrenador desea más: el respeto de sus jugadores. Todos muestran su respeto y admiración, las cuáles son muy difíciles de conquistar en el fútbol. No es fácil dirigir un grupo.
 “En el fútbol es siempre un problema, dice Mou,  cuando escoges un jugador en vez de otro”.

Mourinho es en definitiva un entrenador siempre enfocado en los resultados, buscando intensamente la victoria. “Me considero un óptimo entrenador, me considero un entrenador completo, me considero un entrenador fuerte en casi todas las vertientes, no veo grandes debilidades. Soy un entrenador muy equilibrado”, dice Mou.































domingo, 10 de junio de 2012

PROFESIÓN BANDIDO

PROFESIÓN BANDIDO.
                                           
Hace años los villanos tenían ojos  sangrantes, cicatrices pronunciadas o caras peludas. Luego, con el tiempo, la maldad se disfrazó de emprendedores empresarios que esquilmaban o en bancos o en instituciones. Hoy, el malo, el perverso, está en los cargos de los entrenadores de fútbol.

Profesionales del miedo, del riesgo, con las turbas al acecho… y hasta criminales. Son jefes de ejército, a quiénes llaman sus dirigidos, o sus alumnos, sometidos caprichosamente a los estados de ánimo de su tropa, a los humores y conciencias de quiénes dirigen los partidos, a sus medidas de choque para evitar el abismo de la derrota y, por qué no, rehenes de decisiones y sustituciones.

Son los entrenadores de fútbol, una profesión que da miedo, que vive en latente peligro. Hay una extraña razón por la cual en los medios de comunicación y en las tribunas, el realce ante un triunfo, se le evita a quién lo consigue desde el cargo de Director Técnico, pero un error suyo se le enrostra con crueldad excesiva, hasta señalarlo como culpable y hasta declararlo delincuente. Es esa maldad surrealista que tiene el fútbol.

Bailan los entrenadores un vals macabro, son expertos en el insulto, a veces se convierten, por necesidad, en juguetes de sus dueños, arquitectos de un juego que los acerca a los infiernos.

Cuando ganan viven una bella confusión, con halagos pasajeros. Cuando pierden son una tentadora invitación al atropello, al insulto, a la reacción del colectivo herido, inducido por el periodismo, que aturdido por el cálculo de beneficios en la tabla, los ve como chatarra.

Son muchos los entrenadores emprendedores y revolucionarios que se mueven por dentro o en la periferia del sistema futbolero, enganchando tácticas y estrategias en el juego, con ambiciones de cambio, con claras posiciones de eruditos vanguardistas.

Son, otros transgresores, ignorantes, pendencieros insoportables, focos de conflictos públicos, mensajeros para tiempos de guerra, insufrible mal ejemplo para los hinchas. Encasillo, entre estos últimos, a los emperadores de estómago o de bolsillo.

No puede por un acierto, un director  técnico ser un héroe; tampoco convertirse en un villano, con apertura de expedientes criminales por un fallo. No puede ser siempre el malo del proceso y mucho menos cuando ha atesorado títulos. Un entrenador provoca adhesiones firmes o rechazos rotundos. Un entrenador está a un peldaño del elogio exagerado o del insulto, porque viaja entre halagos y vulgares improperios. Un entrenador está en la lista de los elegidos o en aquella de los conductores malditos.

Un entrenador de fútbol puede ser el maestro de maestros o un cuentista peleonero de mierda.
                                                      Esteban Jaramillo Osorio- periodista colombiano.

“No permitan que el fracaso les deteriore la autoestima. Cuando ganás, el mensaje de admiración es tan confuso, estimula tanto el amor hacia uno mismo que todo eso deforma mucho. Y cuando perdés, sucede todo lo contrario; hay una tendencia morbosa a desprestigiarte, a ofenderte, solo porque perdiste. En cualquier tarea se puede ganar o perder, lo importante es la nobleza de los recursos utilizados, eso sí es lo importante.
Lo importante es el tránsito, la dignidad con que recorrí el camino en la búsqueda del objetivo”.
                                                                       Marcelo Bielsa- entrenador argentino.

“Nunca me dejé tentar por los elogios. Los elogios en el fútbol son de una hipocresía absoluta. El fútbol está concebido así, tiene que haber o una gran alegría o una gran tristeza. Derrota o victoria, sangre o aplauso son valores muy caros al ser humano. Entonces, en el fracaso sufro mucho la injusticia del trato, no logré nunca dominar eso. Siempre sufro mucho cuando perdemos y cuando soy maltratado, pero sí logre no creerme la duración del éxito. Como no se revisa por qué ganaste, da lo mismo, te adulan por haber ganado y no porque mereciste ganar, por el recurso con el que ganaste. Entonces tuve claro siempre que esa franela, porque ese es el término, es impostora”.
                                                                         Marcelo Bielsa- entrenador argentino.

“Es más importante la conquista de la gloria … que la gloria de la conquista. Ahí, en ese viaje, radica el verdadero aprendizaje. Ahí está realmente el éxito”.