martes, 20 de septiembre de 2011

Leyendo a Vicente Del Bosque III

LEYENDO A VICENTE DEL BOSQUE III

Lo que importa es seguir avanzando. Observar, escuchar, analizar, fijar las normas y actuar con bonanza y diligencia. Del Bosque se ha aplicado desde el principio lo que puede llamarse dinámica positiva, aunque las normas con las que inició su etapa como seleccionador se han ido relajando a medida que ha ido cumpliendo objetivos. Las victorias sucesivas, le han otorgado cada vez más credibilidad. Pero siempre trabajando a la máxima exigencia, con las ganas de darlo todo en cada nuevo partido.

Está bien celebrar los hitos y hay que hacerlo con toda alegría y con todas las ganas, pero también hay que recordar que eso no garantiza los éxitos futuros. Tenemos la obligación de pensar en el siguiente reto, en el próximo juego y hacerlo con confianza en nuestras posibilidades y con respeto para el rival.

Las derrotas siempre duelen, pero también pueden ser beneficiosas. Te dan un toque de atención y te devuelven al mundo real: no se puede ganar siempre.

Del Bosque no es amigo de abusar de las concentraciones. Durante su etapa en el Real Madrid tomó la decisión de suprimirlas antes de los partidos de local, con el objetivo de procurar un día más a los futbolistas para que disfrutaran con sus familias en sus hogares. Aquella fórmula funcionó muy bien, y la prueba son los títulos que ganó el Madrid mientras estuvo vigente.

Del Bosque se dedicó a observar, analizar, las costumbres de los internacionales, sus regímenes de concentración y sus horarios. A continuación dictó una serie de normas que siempre ha aplicado con firmeza, pero también con tolerancia.

Durante la Copa del Mundo no hubo un solo día en el que no hablara con la prensa tras los partidos y eso que algunos de sus colaboradores le decían que estaba exponiéndose demasiado. Él les escuchó, pero siguió atendiendo a los enviados especiales. Pero les demostró que había tomado el camino correcto y que los equivocados eran ellos. España fue la única selección que no tuvo roces ni polémicas, a pesar de estar más tiempo.

Uno de los secretos del éxito ha sido que no ha habido roces ni problemas en la convivencia, ni en la que hemos mantenido dentro del equipo ni en la que se ha mantenido entre el equipo, los técnicos y la prensa. Eso es mérito de todos y algo que hay que reconocer y aplaudir. Hemos trabajado juntos, por un objetivo y se han conocido unas normas al principio y nadie se las ha saltado. Gracias al método Del Bosque: diálogo siempre.

El vestuario es un termómetro que todo lo detecta. Saben que tipo de entrenador tienen a los diez minutos de conocerle. Los jugadores son muy rápidos a la hora de estudiar a quién tienen al frente. Por esa intuición de los jugadores, el seleccionador ha sido muy prudente en sus encuentros con el vestuario. Ese trabajo lo han hecho sus colaboradores, como Toni Grande, un técnico que siempre ha tenido buenas relaciones con los futbolistas.

El trato de Del Bosque ha sido más directo. Ha hablado más con los jugadores uno por uno, que en grupo a la vez. Ha facilitado los encuentros cara a cara en las concentraciones. Ahí es cuando más y mejor se ha dado a conocer ante sus jugadores. En ese momento echa mano, como siempre, de su fina ironía y de su sentido del humor: dos de sus virtudes menos difundidas. Él mismo reconoce que el buen rollo ayuda mucho en las relaciones. Nosotros lo tenemos instalado en la selección – afirma – y funciona en los dos sentidos: de los jugadores al cuerpo técnico y viceversa.

La soberbia puede ser el peor enemigo de un líder. Las críticas, las derrotas forman parte de la vida. No se puede ganar siempre, ni tener a todos contentos. Mantener la compostura y la cabeza fría es mejor. Las críticas son un arma de doble filo: pueden ayudarnos y proporcionarnos un feedback para mejorar nuestros rendimientos y también, cuidado, pueden minar la confianza en nosotros mismos.
Saber manejar las críticas y proyectarlas de manera que nos resulten positivas es el arte más difícil de dominar.

Vicente Del Bosque es una lección permanente de inteligencia y humildad. De enorme humanidad.
Y los jugadores son primero seres humanos y luego futbolistas y él es un entrenador cercano al futbolista. Es íntegro y racional. La convivencia con él es muy fácil, dicen sus jugadores. Escucha a todos y se queda con sus propias decisiones. Se ha ganado el respeto de sus jugadores por su manera de ser, sus conocimientos, su templanza como entrenador, por sus valores como persona.

De la misma manera que sabe leer los partidos interpreta a sus jugadores, dice Xavi Hernández. Es un técnico moderno y líder, es una suerte tenerlo como seleccionador, añade.

En lo deportivo tiene una vena ganadora y competitiva indiscutible, pero también sabe dar la talla en la derrota. No le gusta perder, como a nadie, pero cuando sucede lo asume como algo natural al fútbol.
Es un entrenador que maneja los secretos del fútbol y del vestuario. Un experto en técnicas, tácticas y estrategias, pero también en la conducción de seres humanos. Por eso es un seleccionador campeón del mundo. Precisamente porque reúne todas esas cualidades.

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