miércoles, 17 de noviembre de 2010

FÚTBOL DE AYER, FÚTBOL DE HOY.....FÚTBOL

FÚTBOL DE AYER, FÚTBOL DE HOY…..FÚTBOL.


Hay que entender al fútbol como un hecho genuino y cultural, una manera de vivir y sentir. El fútbol se puede jugar de muchas maneras, pero, hay sólo una idea competente y con categoría, y depende de tener jugadores no buenos sino capaces y una acertada organización. A través de los tiempos se ha demostrado que la táctica no la hace el entrenador sino los futbolistas.

A través del paso de las generaciones cada una va escribiendo su propia historia. Los futbolistas van dejando páginas consecutivas de su propio estilo. La clase de los mejores futbolistas va quedando instalada en la memoria del aficionado y será transmitida a sus descendientes. Asimismo la calidad, la personalidad, el carácter, el estilo de los futbolistas va transmitiendo enseñanzas a la siguiente generación. Claro que primero está el talento, lo que uno trae de la cuna. Después se van agregando cosas. Y así también se va aprendiendo, copiando a los mejores, y a los que te anteceden.

El futbolista de gran nivel debe entender el juego. En cualquier época. Si se hace memoria los futbolistas más significativos de cada era se distinguían por eso. Interpretación del juego. Entender cuando frenar, cuando pasar, cuando jugar a un toque, a dos, a tres, darse cuenta que está sucediendo en el partido y que jugadas necesita el partido para sacarlo adelante. No hay que dejarse llevar por jugadores hacedores de jugadas. Hay que distinguirlos de los jugadores que hacen la jugada que necesita el partido para ganarlo. Muy diferente. Estos últimos son los que cambian el trámite del juego, desequilibran y marcan diferencias.

El fútbol constantemente te deja aprender. El técnico no sólo debe ganar partidos sino reafirmar condiciones de sus jugadores. Potenciar sus capacidades. Tanto en la parte humana como en la parte futbolística. A su vez el jugador ya sea joven o experimentado, con sus comportamientos le va dejando enseñanzas en la conducción y en su preparación. Los futbolistas con su modo de ser lo hacen cada día mejor al entrenador.

Aún así el jugador solo, no lo es todo. Debe tener compañeros idóneos para completar su juego. No hay un solo jugador que sea más importante que todos juntos. El trabajo colectivo es importante. No que uno marque, otro organice, otro haga goles, otro los tape. Es armonizar un once para que todos, trabajando juntos, unidos se hagan fuertes y encontrando afinidades le den solidez a su funcionamiento colectivo.

Hoy en día el Arsenal, por ejemplo, da gusto como juega. Es un equipo de jugadores de promedio 26-28 años pero con una compenetración asombrosa en su juego, en sus convicciones. Es de los equipos del mundo que más juego de posesión tienen junto al Barcelona de España. No tiene contundencia en el arco del frente para transformar ese juego vibrante y preciso que despliega pero deja un estilo de juego que es todo protagonismo, velocidad, precisión, juego entre líneas, juego por bandas, juego de posición en movimientos sincronizados a través de esa gran posesión de pelota.

Hoy en día hay una idea, una corriente a favor del toque, del buen fútbol y otra que cree que el pase es una pérdida de tiempo y no lo entienden como una necesidad propia del buen juego. El toque es importante si quieres jugar bien. Se debe jugar rápido si se puede, pero a veces hay que calmar el ritmo de juego. La elaboración de juego asume un papel importante para gobernar los partidos y tener siempre la iniciativa. Y claro las mejores opciones. Lógicamente habrá más posibilidades si se tiene control e iniciativa en el juego. El toque genera dominio, y necesita de movimiento. Exige movimientos. Toque sin movimientos no desequilibra. Convierte las intenciones en un juego insulso.

El buen fútbol hace crecer como persona y también como jugador. Porque acerca a la belleza, al placer de hacer las cosas bien hechas.
Así es el fútbol y es un juego. No se puede olvidar. No se puede decir perdimos y se acabó. Hay que volver a jugar; no se puede ganar todo. Hay que saber perder. Pero queda siempre que se intentó ganar a través del buen juego.

El fútbol de hoy no cabe en una definición porque se trata de un juego vibrante, cambiante, infinito. Hay un fútbol recreativo, otro formativo, otro competitivo y cada uno de ellos está viviendo su propia revolución. Dice Valdano, que hay algo que nunca cambia: cuando un jugador recibe la pelota, le pasan por la cabeza las mismas cosas que le pasaban a un jugador de hace cincuenta años. Habrá cambiado el ritmo, que ahora es más rápido o la espontaneidad que ahora es menor. Pero en esencia, la búsqueda de la solución es la misma.

A propósito, Valdano; ¿es cierto aquello de que se vive como se juega?
El juego es una proyección de la personalidad del individuo y también de la sociedad. Es un espejo de aumento que exagera las virtudes y los defectos. En nuestra vida normal, nos ponemos disfraces más o menos convencionales para proyectar una determinada imagen. El juego nos baja la guardia y nos muestra tal como somos.
Pero si nos debe comprometer fuera de la cancha como parte de un estilo de vida.

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